Publicado en TalCual
"Soy músico, voy a mi ensayo". Los gritos no sirvieron. La represión no escucha. El represor golpea sin miramientos.
"Soy músico, voy a mi ensayo". Los gritos no sirvieron. La represión no escucha. El represor golpea sin miramientos.
Frederick Pinto toca el corno y forma parte del Sistema Nacional de Orquestas, el mismo que el Ejecutivo aprovecha de exprimir como treta publicitaria. El martes, se dirigía a su ensayo instrumento en mano y a pie y pasó cerca de la manifestación que reclamaba la destitución de magistrados golpistas, sin participar en ella. ¿Y si hubiese participado, qué? La Constitución es clara en su artículo 68 en el que se garantiza el derecho a manifestar.
Es injusto decir que pasó "por donde no debía", pues la calle es espacio público y lugar de encuentro. Pero a él le tocó que la Policía Nacional Bolivariana, convertida en fuerza represora y no en garante de la seguridad ciudadana, se lo llevara preso, lo golpeara, decomisara su instrumento.
Frederick Pinto nunca olvidará las horas que estuvo recluido y castigado por el mismo gobierno que alaba el Sistema al que él pertenece, la orquesta de la que forma parte, el programa que es orgullo de tantos. Quien crea y defienda aún, como lo ha dicho Gustavo Dudamel y otros directores, que esa institución es una suerte de isla en medio de las aguas revueltas, un oasis en el desierto y un espacio de protección frente a la turbulencia, está equivocado. Lo demostraron esos policías que soltaron trancazos conta un músico que dejó claro ser músico, que portaba un instrumento de tamaño evidente que se identificó.
La represión llegó a El Sistema, y en aunque en las orquestas hable más la música que las palabras, cada nota ahora será tocada con la fuerza y la indignación de quien ha sido agredido. Porque una orquesta es una familia, y porque El Sistema genera un sentido de pertenencia mosquetero.
En noviembre de 2016, Carolina Cestari, entonces viceministra para la Suprema Felicidad, les dijo a empleados de esa organización que “si usted no está de acuerdo con el proceso revolucionario, sea coherente con su posición política y busque trabajo en otro lado”. Ahora un músico recibe golpes, cárcel, insultos y represión. Se acabó el sueño apolítico del Sistema de Orquestas. Y se comenzará a notar, aunque haya mordazas. La reacción de sus compañeros forma parte de eso. Además, no será la primera vez que la música académica transmite con sus notas mensajes antidictatoriales mientas los secuestradores aplauden desde el palco y pagan las cuentas, aunque las de aquí estén menguando.